El deán, segunda persona en importancia dentro del cabildo catedralicio, después del prelado, decidió construir en 1293 un
arco que uniese la
catedral y su nueva
casa.
El arco fue reformado entre 1585 y 1587 a cargo del prior Juan Antonio Romero. Fue entonces cuando se llevó a cabo el
mirador de
ventanas de
arcos en ajimez de
tradición plateresco-mudéjar con tracerías de mano de obra probablemente morisca.
Su gran deterioro hizo que en 1958 se emprendiera una completa reforma, que fue llevada a cabo por Teodoro
Ríos Balaguer y Teodoro Ríos Usón. El resultado fue una reconstrucción casi de nueva planta donde se utilizaron los elementos previamente existentes y se incorporaron otros para conseguir un resultado convincente en su recuerdo del arco original. Esta actuación obtuvo el
Trofeo Ricardo Magdalena de ese