Zaragoza, capital de la Comunidad de
Aragón, es una ciudad llena de
historia y patrimonio
artístico. Muchos la conocen por la basílica de Nuestra Señora del Pilar, pero Zaragoza es mucho más. Una de las joyas que guarda y, no muchos conocen, es la basílica menor de
Santa Engracia, un lugar mágico y cuna de la Zaragoza cristiana.
La primitiva
iglesia mozárabe que se erigía en este mismo solar, sobre la antigua necrópolis cristiano-
romana, y que albergaba los restos de Santa Engracia y los Innumerables Mártires (magníficos son los sarcófagos paleocristianos que en su cripta se conservan), fue sustituida a finales del siglo XV por el Real
Monasterio Jerónimo de Santa Engracia, gracias al empeño del rey Juan II, gran devoto de santa Engracia, continuándolo su hijo, Fernando el Católico, y su nieto, el emperador Carlos V.
La veneración a santa Engracia era tan grande en la ciudad que fue declarada patrona de Zaragoza en 1480, junto a
san Valero (nombrado en 1118).
Monasterio que fue totalmente destruido durante los Sitios de Zaragoza, conservando únicamente la
portada, una verdadera joya realizada por Gil Morlanes el Viejo y su hijo Gil Morlanes el
Joven entre 1511-17. Tras la Guerra de la Independencia se construyó un nuevo templo, restaurando la portada el
escultor Carlo Palao en 1899.
El programa iconográfico que vemos en esta magnífica portada es más profano que religioso, es una exaltación a la monarquía de los Reyes Católicos y la defensa de la religión católica.