El volumen exterior de la basílica del Pilar alcanza proporciones majestuosas. A lo largo de los siglos, y sobre todo desde la edificación barroca, el templo ha ido engrandeciendo su silueta con el alzado de
cúpulas y de
torres en sus ángulos.
Posee en la actualidad once cúpulas techadas con tejas vidriadas de
colores verdes, amarillos, azules y blancos. Una central, en la confluencia entre la nave y el tramo centrales de la
iglesia —que consta de tres naves y siete tramos—; dos más pequeñas situadas a ambos lados, en los tramos segundo y sexto, sobre la
Santa Capilla y el
Coro Mayor; y cuatro menores rodeando en los ángulos a estas dos cúpulas medianas, sobre los tramos primero, tercero, quinto y séptimo de ambas naves laterales. Además, entre los contrafuertes se cierran
capillas rematadas con linternas. Las torres, alzadas en su mayor parte en el siglo XX gracias al proyecto realizado por el arquitecto Miguel Ángel Navarro Pérez, alcanzan los noventa y ocho metros de altura