Entrada a la Basílica del Pilar desde la
Plaza del Pilar.
En 1944 se convocó una limosna popular para reformar la
fachada sur, vertiente a la plaza. El proyecto de Teodoro
Ríos se ejecutó entre 1945 y 1950 y consistió en enmarcar con
pórticos de
frontones triangulares sobre
columnas corintias las dos entradas principales de los extremos del templo. Asimismo, se añadieron pilastras adosadas que rompían la monotonía del muro para crear una serie de tramos, a la vez que se situaba, en el centro, coincidiendo con la
cúpula mayor, otro
pórtico formado por un nicho con una
escultura de la Venida de la
Virgen de Pablo Serrano (1969) en coincidencia con el piñón de la nave del crucero o tramo central, flanqueado por dobles columnas entre las que se situaron nichos con flameros.
Sobre toda la fachada, dispuso un cornisamiento moldurado de gran resalte y rematando este ático, una rotunda balaustrada que incorpora
estatuas de
santos de la región debidos a Félix Burriel —
San Vicente de Paúl— y a Antonio
Torres Clavero —San Vicente, Santiago,
Santa Isabel de
Portugal, San Braulio, San Valero, Santa Engracia y San José de Calasanz.
En el muro más cercano a la
puerta del extremo oriental, la que queda más cercana a la Santa
Capilla se insertó el tímpano
románico, único resto que queda de la
iglesia altomedieval.
Fachada este de la Basílica del Pilar con impactos de las bombas lanzadas por las tropas francesas durante los Sitios
A día de hoy, en la fachada exterior norte y este, de la Basílica del Pilar se pueden observar las marcas producidas por las bombas lanzadas por los franceses durante los dos asedios que sometieron a la ciudad de
Zaragoza en los años 1808 y 1809