RICLA: 3-RICLA (RIKILA). ZARAGOZA...

3-RICLA (RIKILA). ZARAGOZA

Es un Iqlim perteneciente a la Cora de Saraqusta (Zaragoza) que está ubicada en la Comarca de Valdejalón, en el valle del Jalón en la provincia de Zaragoza y se encuentra a una distancia de 56 km de Zaragoza Capital.
La historia de Ricla se desarrolla en las siguientes etapas:

Edad Antigua

Según investigaciones históricas indican que la ciudad celtibérica de Nertóbriga estaba en el término municipal de Ricla. Su localización se centra en el monté Aguali, accidente geográfico entre los ríos Jalón y Grio que es un lugar idóneo para el emplazamiento de la ciudad celtibérica pero no obstante no se sé puede testimoniar que fuese la ubicación exacta.
Así en el escudo de Ricla aparece una piel del lobo atravesada por una lanza y quizás hace alusión a la rendición de Nertóbriga ante el cónsul romano Marcelo Claudio Marcelo en la segunda guerra celtibérica el año152 a. C.
Los antecedentes romanos de Ricla sólo quedan los restos de un puente, ahora cubierto por las piedras arrastradas por un río así como se han encontrado tumbas con ajuar funerario romano que fueron localizadas cerca de las piscinas municipales y datan de los siglos II y III d. C de lo que se deduce que formaron parte de una necrópolis romana.

Edad Media y Moderna.

No se han encontrado testimonios en Ricla de la presencia visigoda a excepción de unas tumbas encontradas en la década del 1960 que pudieran ser visigodas o musulmanas.
No obstante, investigando la toponimia de Ricla parece ser que es visigoda y se deriva de “Rikila”.
Tras la presencia musulmana en Hispania en el 711, las tropas de Musa ocuparon Nertóbriga en su camino hacia Saraqusta (Zaragoza). Su pasado musulmán es evidente en Ricla por el urbanismo de sus calles, elementos arquitectónicos y su sistema de riego.
Ricla sería conquistada por la Corona de Aragón por el rey Alfonso I El Batallador en 1120 y la población morisca permaneció allí durante varios siglos. Fue cuna de Señoríos de numerosos caballeros, entre los más notables fueron Ato Orella, Lope López y finalmente sus hijos Arnal Mir y García Ortiz de Albero.
En aquella época la villa estaba dividida en dos zonas, en la parte alta estaba ocupada por la población musulmana y en la parte baja por la población cristiana. Existía un muro de segregación con dos puertas, abiertas durante el día y cerradas por la noche. En la actualidad el arco de una de las puertas, el Arco de San Sebastián todavía se conserva.
Desde finales del siglo XII la Orden del Temple hizo constancia de su presencia e instalando una Encomienda en la villa y sus comendadores recibían el título de “Ricla y Calatayud” hasta que el 1289 el rey aragonés Pedro IV El Ceremonioso cedió al conde de Trastamara D. Enrique pero posteriormente pasó de nuevo a la Corona de Aragón hasta que en 1394, el rey aragonés D. Martín El Humano se la vendió al conde Fernán López de Luna.
Pero posteriormente en el matrimonio de este último, con Emilia Ruiz de Azagra fueron incorporados al señorío de Ricla, Muel y Villafeliche.
A su sucesor Juan de Luna y Azagra le fue confiscado el Señorío de Ricla por orden de Alfonso V de Aragón aunque después se lo devolvió.
Durante la Edad Moderna y bajo el reinado del rey Felipe III tuvo presente la expulsión de los moriscos en 1609 y Ricla quedó muy afectada por este hecho y la población quedó prácticamente despoblada.

Edad Contemporánea.

Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías de los famosos guerrilleros Barber, Cantarero, Villacampa y Nebot quienes dirigían su partida de patriotas y fueron el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la región de Aragón...
A principios del siglo XIX, tiene su protagonismo el Sitio de Zaragoza por los franceses donde se escenifica la Guerra de la Independencia, contra la invasión francesa.
En el año 1833, Javier de Burgos ministro de Fomento realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Ricla en la provincia de Zaragoza dentro del reino de Aragón.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
El historiador Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico- Historia de España en 1845 decía de Ricla: “está asentada en un terreno de la mayor calidad y muy fértil su huerta que fertiliza el río Jalón, sobre el que tiene un puente; tenía 491 casas, incluidas el Ayuntamiento y la cárcel”.
En esta en esta época la villa produce trigo, cebada, vino, aceite, fruta, legumbres exportándose las frutas restantes y además contaba con dos molinos harineros, uno de papel de estraza, tres fábricas de aguardiente y cuatro hornos de pan para cocer.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil Ricla es ocupada por el bando republicano.
. En Aragón se libraron algunas de las batallas más importantes de la Guerra Civil, como la de Belchite, la de Teruel o la del Ebro. Aragón quedaría desde el 1939 bajo el gobierno de Franco, junto con el resto de España.
Durante los años 1960 se desencadenó un éxodo y un despoblamiento de las zonas rurales hacia las zonas industriales como las capitales de provincia, a otras zonas de España y además a otros países europeos.
En 1964 se creó en Zaragoza uno de los llamados Polos de Desarrollo. En el año 1975 se vivió como en el resto del Estado un periodo de transición, tras la extinción del anterior régimen, con la instauración de un régimen democrático y la creación de un nuevo marco constitucional.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernando; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.