RAFALES

Habitantes: 225  Altitud: 275 m.  Gentilicio: Rafelinos 
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Situación:

Ráfales se encuentra ubicado en el noroeste de la provincia de Teruel, en la Comarca de Matarraña, muy próximo a las Comunidades de Cataluña y Valencia. Está declarado Conjunto Histórico-Artístico
El casco antiguo de Ráfales tiene forma triangular y se halla asentado sobre una plataforma rocosa, lo cual unido a unas murallas y portales que cerraban la entrada, facilitaba mucho su defensa.

Monumentos:

Aunque es un pueblo sencillo y sin grandes monumentos se deben destacar los siguientes:
Varias casonas (s. XVII y s. XVIII).
Los soportales de la calle Mayor (s. XVII) y del Arrabal (s. XVIII).
La Casa Consistorial (gótico aragonés del s. XVI).
El 'Castell' (sede de la Orden de Calatrava).
Los portales de 'San Roc' y 'Monija o Boise' (s. XVII).
La Iglesia, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Su construcción fue iniciada en estilo gótico sobre mediados del s. XIV, de una sola nave, ábside pentagonal, marcado al exterior, tres tramos con capillas laterales, coro a los pies y torre anexa con una preciosa escalera de caracol. Bóvedas de crucería, terceletes y estrellada sustentan la cubierta. Es muy interesante la escultura decorativa (relieves centrados en capiteles y nervios). La parte final pertenece ya al periodo barroco.
La ermita de San Rafael; construida en el s. XVIII, es un edificio sencillo que consta de una pequeña iglesia de una nave, con coro a los pies, una sacristía anexa y vivienda para el ermitaño.

Fiestas:

- San Antonio, (hoguera y ofrenda) 17 de enero.
- Santa Águeda, 5 de febrero.
- Fiestas Patronales, segundo domingo de agosto.
- San Rafael, (romería) 24 de octubre.
- Ferias de San Martín, segundo domingo de noviembre.

Historia:

Los primeros restos históricos datados y de importancia los encontramos en el poblado ibérico de
'La moratella', situado en un morrón cercano al pueblo (aproximadamente del siglo V a. C., con abundantísimos restos de cerámica.)
El origen árabe del topónimo 'Rafals' (paradores, alquerías o masías), coincide con la leyenda que atribuye el origen del pueblo a un grupo de masías llamadas 'los rafelets', al mismo tiempo que confirma la presencia musulmana en la zona.
Después de la reconquista pasará a la Orden de Calatrava y a depender directamente de la Muela de Monroyo, con quien no tardaría en tener numerosos enfrentamientos, defendiendo la localidad su independencia, como reflejaría el 11 de noviembre de 1384 en Albalate el jurado rafelino Bernardo Cardona, haciendo constar “que Ráfales era de por sí villa, con jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio, mercado, feria y otras preeminencias semejantes”.
De hecho esta población durante el siglo XIV alcanzó relativa importancia. Pedro IV, estando en Valencia, el 18 de Abril de 1382 le había concedido “mercado todos los sábados y feria desde Todos Santos por quince días continuos”. Por aquel entonces Ráfales contribuía al mantenimiento de la Muela con un total de 109 sueldos y 11 dineros, de los 1.000 sueldos totales que administraba dicha entidad.
Siguió perteneciendo a la Orden Calatrava y dependiente de Monroyo, hasta que en 1414, Alfonso V de Aragón lo donó a Juan de Hijar, pasando en 1424, con el mismo monarca el castillo y la villa de Ráfales al Maestre Francisco de Ariño.
Éste, en 1428, lo cambiaría junto con otras villas, a Juan II de Navarra por Colmenar (Castilla).
En el año 1610 seguía dependiendo de la Orden de Calatrava, y aparece como auténtica villa independiente en 1785. Poco después en 1834 tenía Ayuntamiento propio.
En 1835 el general Cabrera atacó por dos veces la población, donde había un destacamento de urbanos de Alcoy, sin conseguir tomarla, aunque sí fueron saqueadas las masías cercanas.

Turismo:

Venir de turismo a Ráfales es venir a un rincón paradisíaco, escondido, donde el tiempo parece haber retrocedido varios siglos en la historia. El pueblo se halla en un valle próximo al río Tastavins, rodeado de montañas cubiertas de bosques que inspiran una agradable sensación de belleza y paz, y donde se ha acondicionado un área de escalada con más de diferentes grados de dificultad. Estos bosques ocupan la mayor parte del territorio, y en las zonas más llanas y en los valles los campos de cultivo configuran un curioso mosaico.
Sus paisajes, de extraordinaria belleza, su antiguo casco urbano, su sonido producido por el canto de los pájaros y el chocar del agua en la fuente de la plaza.
Son de singular belleza parajes como los 'Estrets', 'La Punta Molinera' (con 967 m, desde donde hay una maravillosa vista panorámica), el 'Tossal de San Rafael', etc.
Existen numerosas cuevas repartidas por todo el territorio, algunas de las cuales se han adaptado para ser corrales de ganado.
El río Tastavins y el 'Tormasal', esconden parajes de una belleza insospechada. También hay que destacar las numerosas fuentes y barrancos, que riegan el municipio, o cuyas aguas eran aprovechadas por molinos harineros, así como varios conjuntos de masías.
Para poder alojarse, existe un pequeño hotel, el “Molí de l’Hereu”, conseguido a partir de la restauración de un viejo molino aceitero del siglo XVIII, que mantiene toda su maquinaria en funcionamiento, y que se puede contemplar, mientras se degusta la más rica cocina aragonesa.