No hay de qué dar las gracias Juan
amigo, que cómo decimos por mi tierra, "lo que está a la luz no necesita candil".
¡Qué cosas más bonitas pones para describir a "tu" Anita!... Seguro que las merece y esté donde esté se sentirá afortunada de haber compartido esos cuarenta y ocho años en éste
valle de lágrimas. ¡Apuesto a que con ella no hubo tantas!. ¡La vida es un prodigio cuando se encuentran dos almas gemelas y, como en vuestro caso, se produce ese milagro que llamamos AMOR, así con mayusculas!,
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