Ya que a raíz de mi comentario sobre Emilio han surgido otros más... Yo tan sólo quise contar mi experiencia en aquella "escuela" sin ánimo de ofender a nadie. Todo lo contrario. Ya decía que hizo una gran labor con toda aquella gente que por las noches, después de haber dado el callo, se interesaban por aprender, ¡y vaya si enseñaba!
Además, siendo del mismo gremio, ¿cómo me voy a meter con los maestros? Hombre, ya sé que tenemos muchas vacaciones y todo, pero ¿os habéis parado a pensar lo que todos los padres y madres se acuerdan de los maestros cuando hay un día sin escuela? Y es que aguantar a los niños el día enterico en la casa...
Todos tenemos siempre, como decía muy bien Carmen, a alguno de nuestros maestros que por H o por B nos han dejado alguna huella. Yo, en concreto, nunca he olvidado a todos los que he tenido y de cada uno de ellos me ha quedado algo. El primero fue D. Manuel (allí donde está hora el Centro Social); después don Rafael (un maestro que venía de Alcalá y que muchos años después, el primer año que empecé a trabajar, coincidimos en el mismo colegio en Alcalá); después don Antonio Lucas (este fue para los de mi generación, además de un buen maestro, un buen amigo y casi como un padre para todos nosotros: nos enseñó desde jugar al fútbol y meternos al Barça hasta en la sopa, hasta cómo pelar una naranja con cuchillo y tenedor). Después de don Antonio ya vino el instituto de Alcalá con nuestra alsina diaria, los fríos en los porches del instituto en pleno invierno y nuestras fechorías.
Como digo es raro que no nos quede algún recuerdo en positivo de aquellas personas que se esforzaron por que fuésemos un poquito mejores.
Además, siendo del mismo gremio, ¿cómo me voy a meter con los maestros? Hombre, ya sé que tenemos muchas vacaciones y todo, pero ¿os habéis parado a pensar lo que todos los padres y madres se acuerdan de los maestros cuando hay un día sin escuela? Y es que aguantar a los niños el día enterico en la casa...
Todos tenemos siempre, como decía muy bien Carmen, a alguno de nuestros maestros que por H o por B nos han dejado alguna huella. Yo, en concreto, nunca he olvidado a todos los que he tenido y de cada uno de ellos me ha quedado algo. El primero fue D. Manuel (allí donde está hora el Centro Social); después don Rafael (un maestro que venía de Alcalá y que muchos años después, el primer año que empecé a trabajar, coincidimos en el mismo colegio en Alcalá); después don Antonio Lucas (este fue para los de mi generación, además de un buen maestro, un buen amigo y casi como un padre para todos nosotros: nos enseñó desde jugar al fútbol y meternos al Barça hasta en la sopa, hasta cómo pelar una naranja con cuchillo y tenedor). Después de don Antonio ya vino el instituto de Alcalá con nuestra alsina diaria, los fríos en los porches del instituto en pleno invierno y nuestras fechorías.
Como digo es raro que no nos quede algún recuerdo en positivo de aquellas personas que se esforzaron por que fuésemos un poquito mejores.
