Amigos de Zufre, aquí os dejo el diálogo de un niño con su madre en una noche de Reyes.
DÍA DE REYES
Mamaíta, ¿qué hora es?
Todavía es muy temprano,
duérmete un ratito más
y luego nos levantamos.
No tengo sueño, mamá.
Si el postigo está cerrado,
¿por dónde entrarán los Reyes
a dejarnos sus regalos?
Entrarán por la ventana;
allí verán los zapatos,
pero si te ven despierto
seguro pasan de largo.
Bueno, mamá, dormiré,
pero cuando pase un rato
nos levantamos los dos
y vemos qué me han echado.
Tú duérmete tranquilito
que cuando pasen, te llamo.
¿Y si no puedo dormir?,
dime tú cómo lo hago.
Tú piensa en aquellos niños
de unos países lejanos,
donde en lugar de juguetes
piden comida sus manos.
Niños de tu misma edad,
con cuerpecitos delgados,
niños que no tienen ropa
y que caminan descalzos.
Niños que no tienen madre
porque Dios se la ha llevado.
Niños que van por el mundo
solitos y abandonados.
Madre, no sigas más,
que voy a acabar llorando,
Dale tú lo que me traigan
esta vez los Reyes Magos.
Tu corazón generoso
los Reyes lo han valorado
y te dejarán, sin duda,
para que tu juegues, algo.
El niño duerme tranquilo,
con un sueño relajado
Su madre, sobrecogida,
no quisiera despertarlo.
Al amanecer el día,
campanillas han sonado.
¡Levántate cariñito,
que los Reyes han pasado!
El niño, que se levanta
un poquitín asustado,
corriendo va a la ventana
con ojos desencajados.
¡Mira, mira mamaíta,
mira lo que me han dejado!
Son lápices de colores,
y una pelota de trapo.
Un plumier, un lapicero,
una goma y mantecados.
Un cuaderno de dos rayas,
y un parchís con cuatro dados.
Mamá, a los niños que decías,
a esos niños ¿qué les damos?
Esos niños necesitan
comida más que regalos.
Recemos porque algún día
el mundo sea más humano.
Aunque el pan es con harina
con lo que está fabricado.
Está muy bien el rezar,
si el rezo va acompañado
con obras de caridad
a los más necesitados.
Que los Reyes de Oriente os dejen, sobre todo, felicidad, y la sensibilidad necesaria para ser generosos con quienes más lo necesitan. Agur.
DÍA DE REYES
Mamaíta, ¿qué hora es?
Todavía es muy temprano,
duérmete un ratito más
y luego nos levantamos.
No tengo sueño, mamá.
Si el postigo está cerrado,
¿por dónde entrarán los Reyes
a dejarnos sus regalos?
Entrarán por la ventana;
allí verán los zapatos,
pero si te ven despierto
seguro pasan de largo.
Bueno, mamá, dormiré,
pero cuando pase un rato
nos levantamos los dos
y vemos qué me han echado.
Tú duérmete tranquilito
que cuando pasen, te llamo.
¿Y si no puedo dormir?,
dime tú cómo lo hago.
Tú piensa en aquellos niños
de unos países lejanos,
donde en lugar de juguetes
piden comida sus manos.
Niños de tu misma edad,
con cuerpecitos delgados,
niños que no tienen ropa
y que caminan descalzos.
Niños que no tienen madre
porque Dios se la ha llevado.
Niños que van por el mundo
solitos y abandonados.
Madre, no sigas más,
que voy a acabar llorando,
Dale tú lo que me traigan
esta vez los Reyes Magos.
Tu corazón generoso
los Reyes lo han valorado
y te dejarán, sin duda,
para que tu juegues, algo.
El niño duerme tranquilo,
con un sueño relajado
Su madre, sobrecogida,
no quisiera despertarlo.
Al amanecer el día,
campanillas han sonado.
¡Levántate cariñito,
que los Reyes han pasado!
El niño, que se levanta
un poquitín asustado,
corriendo va a la ventana
con ojos desencajados.
¡Mira, mira mamaíta,
mira lo que me han dejado!
Son lápices de colores,
y una pelota de trapo.
Un plumier, un lapicero,
una goma y mantecados.
Un cuaderno de dos rayas,
y un parchís con cuatro dados.
Mamá, a los niños que decías,
a esos niños ¿qué les damos?
Esos niños necesitan
comida más que regalos.
Recemos porque algún día
el mundo sea más humano.
Aunque el pan es con harina
con lo que está fabricado.
Está muy bien el rezar,
si el rezo va acompañado
con obras de caridad
a los más necesitados.
Que los Reyes de Oriente os dejen, sobre todo, felicidad, y la sensibilidad necesaria para ser generosos con quienes más lo necesitan. Agur.
