LA FELICIDAD
En una reunión de sabios creadores mundiales, decidieron crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Estaban manos a la obra cuando uno de ellos los interrumpió: «No podemos hacerlos idénticos a nosotros, porque si tienen nuestra inteligencia y fuerza, ¿en qué se diferenciarían los humanos de nosotros? Tenemos que privarles de algo».
Tras cavilar un buen rato, uno de ellos dijo: «Vamos a quitarles la felicidad, aunque no sé bien donde la esconderemos».
El primero en hablar propuso que la ocultasen en el monte más alto del planeta Tierra, pero uno de sus colegas le advirtió: «No, recordemos que les dotamos de fuerza y, tal vez, alguien podría ascender a la cumbre y descubrirla». Otro de los sabios creadores pensó que el mejor lugar para poner fuera del alcance de los humanos la felicidad sería el fondo del mar. Sin embargo, pronto hubo quien temió que no sería seguro, pues los hombres, con su inteligencia, podrían llegar también allí.
Tras un largo silencio, uno de los eruditos creyó tener la solución. Ante el asombro de todos los presentes, dijo: «La esconderemos dentro de ellos, estarán tan ocupados buscándola fuera que no la encontrarán». Y desde entonces así ha sido, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.
En una reunión de sabios creadores mundiales, decidieron crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Estaban manos a la obra cuando uno de ellos los interrumpió: «No podemos hacerlos idénticos a nosotros, porque si tienen nuestra inteligencia y fuerza, ¿en qué se diferenciarían los humanos de nosotros? Tenemos que privarles de algo».
Tras cavilar un buen rato, uno de ellos dijo: «Vamos a quitarles la felicidad, aunque no sé bien donde la esconderemos».
El primero en hablar propuso que la ocultasen en el monte más alto del planeta Tierra, pero uno de sus colegas le advirtió: «No, recordemos que les dotamos de fuerza y, tal vez, alguien podría ascender a la cumbre y descubrirla». Otro de los sabios creadores pensó que el mejor lugar para poner fuera del alcance de los humanos la felicidad sería el fondo del mar. Sin embargo, pronto hubo quien temió que no sería seguro, pues los hombres, con su inteligencia, podrían llegar también allí.
Tras un largo silencio, uno de los eruditos creyó tener la solución. Ante el asombro de todos los presentes, dijo: «La esconderemos dentro de ellos, estarán tan ocupados buscándola fuera que no la encontrarán». Y desde entonces así ha sido, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.
