COPOS DE NIEVE
Empezaron las primeras nevadas del invierno y dos pájaros se posaron en una rama para ver caer los copos. Al rato, se pusieron a conversar. « ¿Cuánto crees que pesa un copo de nieve?», le preguntó el pájaro carbonero a la paloma salvaje. «Casi nada», fue la respuesta que obtuvo.
«Tienes razón, pero deja que te cuente una historia», continuó diciéndole el pájaro carbonero ya cubierto bajo unas hojas. «Hace unos días, me quedé un buen rato sobre la rama de un abeto. La verdad es que allí estaba bien y, como no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban amontonando sobre una ramita. El número exacto fue de 3 741 952, y cuando el último copo se depositó sobre la superficie de aquella rama, esta se partió», explicó el pájaro carbonero a su amiga antes de alejarse volando.
La paloma salvaje se quedó reflexionando sobre esta historia y, por fin, dijo: «Quizá solo haga falta la voz de una persona más para que la paz llegue al mundo».
Empezaron las primeras nevadas del invierno y dos pájaros se posaron en una rama para ver caer los copos. Al rato, se pusieron a conversar. « ¿Cuánto crees que pesa un copo de nieve?», le preguntó el pájaro carbonero a la paloma salvaje. «Casi nada», fue la respuesta que obtuvo.
«Tienes razón, pero deja que te cuente una historia», continuó diciéndole el pájaro carbonero ya cubierto bajo unas hojas. «Hace unos días, me quedé un buen rato sobre la rama de un abeto. La verdad es que allí estaba bien y, como no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban amontonando sobre una ramita. El número exacto fue de 3 741 952, y cuando el último copo se depositó sobre la superficie de aquella rama, esta se partió», explicó el pájaro carbonero a su amiga antes de alejarse volando.
La paloma salvaje se quedó reflexionando sobre esta historia y, por fin, dijo: «Quizá solo haga falta la voz de una persona más para que la paz llegue al mundo».
