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PEDRO MARTINEZ: El día de los muertos...

El día de los muertos

El 2 de noviembre es una fecha mística y ancestral en México. Se dice que ese día los difuntos regresan a la tierra a visitar a sus seres queridos.
Cuentan que hace tiempo vivía una mujer llamada Gloria, y tenía la costumbre de poner el altar de muertos justo el día 2 de noviembre.
Desde hacía varios años que su amado esposo había muerto en un accidente terrible de aviación. Aquella misma mañana ella hacía un dulce de tejocote – un dulce muy tradicional, ya que comienza a cosecharse justo en el mes de octubre, y suele servirse en esta festividad – con la esperanza de verlo regresar, aunque fuese una vez más para decirle cosas que nunca tuvo la oportunidad de expresar.
Aunque como todos los años, desde que su esposo había fallecido, ella nunca conseguía que sus oraciones fuesen oídas. Y no lograba verlo.
Gloria puso esmero en realizar todos los preparativos para ese día tan especial.
Pero… mientras hacía las cosas no paraba de renegar. Pues había dejado de creer que, en el día de los muertos, los muertos bajaran.
Pasó toda la mañana demasiado atareada para tenerlo todo listo antes de las 12 de la noche para recibir a su difunto.
Cuando todo estaba preparado, Gloria se quedó despierta viendo la televisión. Y una vez más se fue a dormir, decepcionada de no haber conseguido ver a José María aparecer.
Los días siguientes, Gloria cambió radicalmente. Se la veía apática y llena de angustia.
Dejó de hacer las cosas que la gustaban, y poco a poco se fue desinteresando por la vida que la rodeaba.
Viendo que su salud no mejoraba, marcó una consulta de rutina. Tras unos exámenes y varios análisis se le detectó un tumor un tumor cerebral. Aunque tenía tratamiento, las posibilidades de que Gloria sobreviviese eran reducidas.
No pasó mucho tiempo, cuando, efectivamente, la salud de Gloria cayó en picado, y el día 2 de noviembre del año siguiente a medianoche Gloria fallecía.
Una vez más, como todos los años y a pesar de las pocas fuerzas que le restaban, había preparado el altar para su amado con mucho cariño y esmero. Y esa misma noche… cuando su alma abandonaba su cuerpo, se encontró con José María que venía a visitarla como lo había hecho durante todo aquel tiempo durante el día de todos los muertos.
Solo que esta vez había una gran diferencia: ella lo podía ver y podía conversar con él.