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PEDRO MARTINEZ: Leyenda Hindú... Las cien tazas del rey...

Leyenda Hindú... Las cien tazas del rey

Cuentan que hace mucho tiempo, existió en la India un rico rey que un día, organizó una ostentosa fiesta de cumpleaños. A la fiesta llegaron muchos ilustres nobles y por supuesto, ricos comerciantes. Todos llevaron algún regalo. Pero de entre todos los presentes, el que más impresionó al rey fue el regalo de un comerciante. Había conseguido traer de un lejano país cien tazas para su rey. Eran realmente hermosas, de una fina porcelana con filigranas de oro y piedras preciosas.

El monarca, emocionado y agradecido, decidió llevar las tazas al mejor de sus palacios. Pero necesitaba también a una persona para que las cuidara y limpiara a diario.

– Necesito voluntarios para escoger a aquel que cuide de mis tazas– dijo un día- El que se quede con este trabajo, recibirá una buena recompensa.

Se presentaron muchos voluntarios, y después de numerosas entrevistas, el rey eligió a uno.

– Tu trabajo es sencillo- le dijo- Debes proteger las tazas y limpiarlas a diario. Serás recompensado por ello. Pero, ¡ay de ti si se rompe alguna taza! ¡Lo pagarás con tu vida!

El rey cumple su terrible palabra
El hombre asintió y comenzó con su trabajo. Todo iba bien, hasta que un día, sin querer, tropezó y se le cayó una taza, haciéndose añicos. El rey, enfurecido, ordenó que le ejecutaran, y volvió a anunciar el puesto.

Esta vez se presentaron menos voluntarios, pero el rey al fin pudo escoger a uno. Le explicó cuáles eran las normas y lo que sucedería si se rompía alguna taza. Y el joven, tuvo mucho cuidado en proteger las tazas… y su vida. Pero desgraciadamente, al cabo de unos meses, una de las tazas se rompió, y el monarca ordenó que le cortaran la cabeza.

De nuevo tuvo que pedir voluntarios para el trabajo pero esta vez, no se presentó ninguno.

– Está bien, si no hay voluntarios, tendré que escoger yo a alguna persona… – dijo el rey delante de sus consejeros.

– Espere, alteza- dijo entonces el consejero más anciano- Yo me encargaré de las tazas.

– ¿Tú?- dijo extrañado el rey- Tú no… eres mi consejero más valioso, y muy anciano ya. No puedes correr ese riesgo.

– Por eso, alteza. Ya tengo más de noventa años. ¿Qué puedo perder?

– Está bien- dijo entonces el rey- Tuyo es el puesto.

Entonces, el anciano consejero, con su andar tembloroso y el bastón en la mano, se acercó hasta donde estaban las 98 tazas y de pronto, comenzó a romperlas todas con su bastón.

– ¿Pero qué haces, insensato?- dijo el monarca fuera de sí- ¿Por qué las destrozas todas?

Y, solo cuando el anciano vio que ya no quedaba ni una, respondió:

– ¿Que qué hago? Majestad, acabo de salvar 98 vidas.