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PEDRO MARTINEZ: Nacionalidad, identidad e integración de la gente de...

Nacionalidad, identidad e integración de la gente de Pedro Martínez en el barrio de Torre-Romeu
De Pedro Martínez a Sabadell: l’emigració una realitat no exclusivament econòmica. 1920-1976.
Angelina Puig i Valls

No tengáis miedo, que de todo esto no saldrá una Catalunya híbrida, la tierra manda, y los hombres a ella nos humillamos.
(Francisco Candel, 1959)
J. Botey desde una visión antropológica y sobre el terreno identifica tres posibles caminos de integración de la población inmigrante: 1) la adaptación pasiva en la nueva sociedad, 2) la participación y 3) la integración cultural auténtica.
Nos dice igualmente que el descubrimiento de la conciencia de clase y la integración activa a una colectividad en lucha será un proceso lento donde intervendrán diferentes factores: la colectividad obrera en el marco de una gran empresa, la vivencia directa del proceso de una lucha, el sentimiento de frustración personal dentro del trabajo deshumanizado de la cadena, el descubrimiento de la coherencia entre la explotación en la empresa y en el barrio o en la casa, y la conciencia de colectividad.

Con la conciencia de los derechos que pertenecen a la persona trabajadora como miembro de una clase y el descubrimiento de la lucha organizada, comienza la integración activa en la nueva sociedad receptora a través del trabajo.
En el barrio, que se percibe como el ‘nuevo pueblo’, la gente que ha llegado de diferentes regiones empieza a formar una comunidad humana capaz de autoorganizarse para defender los propios derechos y organizar la vida social. Pero, a la vez, los barrios aislados dificultan la integración porque suelen cerrarse en sí mismos. En efecto, el carácter de esta colectividad puede evolucionar exclusivamente buscando las propias raíces afectivas en la solidaridad de clase, amenazada, ella también, por el nuevo tipo de sociedad consumista. Sin embargo, la falta de servicios y de infraestructura en estos barrios posibilitó la lucha y las reivindicaciones a través de su propio asociacionismo y esto fue de una importancia trascendental para el futuro de la integración en Catalunya. Para muchas personas fue el primer eslabón de participación en la vida cultural y la oportunidad de convertirse en protagonista de la construcción de una nueva sociedad. En el seno del movimiento obrero el hombre y la mujer inmigrante recobraron su identidad como individuos y como miembros de la clase trabajadora. Y, paralelamente, también en el movimiento de barrios, con unas dimensiones más globalizadoras y donde participaron más mujeres, así como criaturas y personas mayores.

De acuerdo con el esquema de J. Botey podemos establecer que la mayoría de la gente de Pedro Martínez se integró en Catalunya a partir del primer nivel: es decir la adaptación pasiva. Algunas personas llegaron a participar activamente en la sociedad, y pocas lograron una integración cultural plena 1.
En este proceso confluirían varios factores. Por un lado, la procedencia del campo y la integración en el mundo urbano, en un sistema de producción plenamente capitalista. Y, al mismo tiempo, la integración desde una cultura andaluza descuidada y escarnecida por el españolismo imperante, en la cultura catalana. Una cultura catalana con muchas de sus expresiones prohibidas y desarrolladas en la clandestinidad y por eso mismo de difícil acceso.

La gente llegó en busca de trabajo y de un lugar menos hostil para poder vivir. Algunas personas apenas sabían escribir y leer. Los primeros años en Catalunya los pasaron trabajando intensamente, no gozaron de tiempo para interesarse por una cultura y una historia diferente a la de ellas y ellos.
Era difícil, en esta situación, que se plantearan su integración en una nueva realidad cultural. Con los años, las familias superan las situaciones de extrema precariedad y la periferia de Sabadell se va acondicionando con servicios que pueden satisfacer en general a las personas que los habitan. ¿Pero aquella mejora de los barrios llevó a una efectiva integración en la ciudad y por lo tanto en Cataluña, o bien, paradójicamente, la propia autonomía de los barrios abrió una mayor separación, o al menos desconexión, entre el centro y la periferia?

¿Qué vinculación alcanzaron los habitantes de Torre-romeu y la ciudad preexistente? ¿El centro de la ciudad no experimentó mutaciones en este proceso?

Para integrarse en la sociedad de acogida y contribuir conjuntamente en el proceso continuo de conformación de la sociedad y de su cultura era necesario la relación y conexión entre unos y otros.

Al final de la etapa 1970-1976, los intereses parecían coincidir: barrios típicamente catalanes crearon su asociación de vecinos (Gracia, Sant Oleguer) y el centro de la ciudad también los llegó a tener siguiendo los modelos populares. De forma paralela, las personas inmigrantes se fueron identificando con Catalunya. Pero identificación no significa integración a su sociedad ni a su cultura.

A principios de la transición democrática, la vecindad de Torre-romeu, en general, tiene pocas relaciones con el centro de la ciudad dado que en el barrio satisfacen sus necesidades. Se puede decir que salen del barrio sobre todo para ir a trabajar. Y si tienen relaciones fuera de su espacio es casi siempre a través de la familia, sobre todo, con los hijos e hijas que al casarse se han establecido fuera de la barriada.
Tampoco tenían mucha relación con los pueblos de origen y, si la tenían, era a partir de las relaciones familiares con los que se quedaron en el pueblo. A veces, la conservación de una casa en propiedad permite ir de vacaciones.

Sin embargo, es difícil interpretar este doble aislamiento, a menudo bastante acentuado, con el resto de la ciudad y con la tierra natal, como la causa de su integración o su marginación de la vida catalana y, en consecuencia, de su cultura.

Se aprecia entre los hombres y las mujeres del barrio, sobre todo durante los primeros años, sentimientos más conectados a una pertenencia de clase y de grupo, que de nacionalidad. Porque las personas perciben mucho más la explotación que sufren como trabajadoras o como vecinas de aquel suburbio periférico, que no la alienación nacional.

Las entrevistas realizadas a la gente que fue poblando el barrio de Torre-romeu permiten afirmar que la realidad se configura con múltiples matices que introducen las diversas visiones personales.

Manolo 2, está casado en segundas nupcias y su mujer es viuda de un militar republicano muerto en la guerra civil. La mujer, por todo lo que ha pasado en el transcurso de su vida, está dolida y todavía tiene miedo. Es de las únicas personas que mostró un cierto pesar ante las entrevistas. Su marido, muestra paciencia y comprensión, y pide disculpas por el disgusto que manifiesta la mujer por las explicaciones demasiado comprometidas que, según ella, él hace.
La pareja vino a Catalunya arrastrada por sus hijos y Manolo confiesa abiertamente que “yo de gusto de estar aquí no tengo ninguno. A mí el terreno aquel me gusta más que éste”.