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PEDRO MARTINEZ: SIGUE LA HISTORIA DE PEDRO MARTINEZ...

SIGUE LA HISTORIA DE PEDRO MARTINEZ

Primeras partidas de nacimiento (siglo XVII) La primera partida de bautismo conservada se encuentra en un libro heterogéneo y desorganizado, fechada el 15 de abril de 1649. Dice así: «En quince de abril (de 1649 años bauticé siendo cura en la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación a Bartolomé hijo legítimo de Bartolomé Quesada y de Lorenza Titos, fueron compadres Agustín García, todos vecinos del cortijo de Pedro Martínez y para que conste lo firmo, Cristóbal Rodríguez Cubero». El primer matrimonio registrado en el mismo libro se celebró el 14 de junio de 1649; fueron los contrayentes Antonio Gómez y María Gómez, ambos viudos, y se celebró la ceremonia, «por comodidades de los contrayentes», en el Cortijo de Vitoria. La primera defunción registrada en el mismo libro data de 25 de noviembre de 1648 (cronológicamente es la primera partida del libro); la difunta, María Gómez, mujer de Juan Gómez, era vecina del Cortijo Nuevo, «no hizo testamento y recibió los santos sacramentos». Como habrán observado la Iglesia estaba dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación. Es de suponer que ése fue el nombre originario de la iglesia de Pedro Martínez, y con ese nombre se la llamó hasta finales del siglo XIX, tiempo en el que se comenzo a nominar Nuestra Señora de la Anunciación.

En las partidas correspondientes al siglo XVI hay una vacilación constante entre «cortijo» y «lugar» al referirse al núcleo de población de Pedro Martínez; lo mismo ocurre con las palabras «iglesia», «iglesia parroquial» y «parroquia». Tales ambigüedades desaparecen en las primeras décadas del siglo XVIII en que se fijan durante largo tiempo las palabras «lugar» y «parroquia»

En este tiempo no había cementerio público en Pedro Martínez. Sólo los muy adinerados podían comprar el derecho a ser enterrados en el panteón que había anejo a la iglesia. En 1688 la iglesia de Pedro Martínez publicó un decreto por el que se excomulgaba y se multaba con un ducado a quienes trabajaran en días festivos y no asistieran a misa.