LA CONCIENCIA TRANQUILA
El maestro dijo a sus discípulos: «Soy pobre y
feliz, pero vosotros tenéis la fuerza de la
juventud y yo os enseño. Es vuestro deber reunir el dinero que necesito para vivir». A lo que ellos contestaron: « ¿Cómo podemos hacerlo? La gente de esta ciudad es poco generosa, sería inútil pedir».
Fue entonces cuando el maestro les sugirió que, en ese caso, «robar no sería pecado, ya que merecemos el dinero más que otros. Yo lo haría, pero soy viejo y débil». Los aprendices
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