PEDRO MARTINEZ (Granada)

El Mencal se iluminó con el sol
Foto enviada por sensi

DONDE ESCONDER LA FELICIDAD

En el principio de los tiempos, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo:
-Un momento, si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses.
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
- Ya sé, vamos a ... (ver texto completo)
LAS DOS MULAS CARGADAS

Había dos mulas que transportaban cargas muy pesadas cada día, una de ellas llevaba sacos de granos y, la otra, sacos de dinero. La mula que llevaba el grano caminaba muy tranquila, pero la que llevaba el dinero andaba con soberbia y entusiasmo, como si el dinero fuera suyo, haciendo sonar los cascabeles que llevaba alrededor del cuello para llamar la atención.
Un día, unos ladrones las abordaron atraídos por el ruido de los cascabeles. Ignoraron a la mula que llevaba el grano y se fueron directos a la que cargaba el dinero, hiriéndola con un arma. El animal, lastimado, no tardó en lamentar su suerte y lo malherida que se encontraba, mientras su compañera le decía: «Pues yo estoy contenta porque a mí no me han herido y tampoco se han llevado mi carga, así que me alegro de que me hayan ignorado, porque nada he perdido». ... (ver texto completo)
Si la vida es solo un pasaje, en este pasaje al menos sembremos algunas flores.
La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.
No es el tiempo el que nos falta. Somos nosotros quienes le faltamos a él.
El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.
Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano, y por lo tanto, un poco débil también.
Mientras comía, un poco de los alimentos caía de cuando en cuando sobre su camisa y su pantalón.
Los demás comensales observaban al anciano con sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total calma.
Una vez que ambos terminaron de comer, el hijo, sin mostrarse ni remotamente avergonzado, ayudó con absoluta tranquilidad ... (ver texto completo)


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