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La Venta de la Paloma o Venta de San Juan, fue durante mucho tiempo un lugar especial, aquél sitio donde las emociones a veces nos desbordaban sin querer, por las tristes despedidas, lugar de partida, aunque también de llegada. Significó el fatal, pero necesario adiós a unas tierras difíciles, a las que siempre decíamos regresar. Desde aquí siempre partíamos hacia, no se sabía muchas veces dónde, destino incierto (Barcelona, Madrid, Francia, Luxemburgo, Alemania.....), en busca de algo mejor. También fue lugar de llegada, pues no sé que pasa que siempre se vuelve, aunque sea de visita, a los paisajes que a uno lo vieron nacer. Siempre fue parada obligatoria de las Alsinas graells. Por tanto no es un lugar indiferente para las muchas familias que vivíamos en los Cortijos de la zona. Hoy ignoro, si aún sigue siendo parada establecida, tal vez no, ya casi nadie viaja en Autobuses de línea. Pero yo cuando paso por allí suelo parar un rato, bajo del coche, y por unos instantes la extraordinaria belleza del Gollizno al fondo, me hace caer de nuevo en el recuerdo imborrable, de tantas personas que ya no están, y que una vez sintieron algo especial al subir o bajar a aquellos viejos autobuses.