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ALCUDIA DE GUADIX: REVISTA: PUNTO Y SEGUIDO…. nº. 4....

REVISTA: PUNTO Y SEGUIDO…. nº. 4.
Soy de Alcudia mucha honra. HOMBRE DE PUEBLO, ENSOÑADOR DE LUNAS.

SUEÑOS AL ATARDECER.

- por Miguel Hernández..

Se dormía la tarde entre los trigales. Murmullo de gentes en la eras. Revoloteo de pájaros en el cielo. Sombras de nubes en el horizonte. Nerviosismo en el ambiente. Llanto profundo en las hojas de los álamos. Caídas ramas en el olivar. Viento con sabor a pena. Quejidos lastimeros en el tañer de las campanas de la vieja iglesia…. El abuelo, sin haberse podido despedir de la “madrugá” ni de sus nietos, en un cuarto con velas y en compañía de adultos. Mientras, los pueblos y las ciudades se vestían de Semana Santa y retumbaban por sus retorcidas calles el quejido luctuoso de sus tambores y cornetas. En el Mediterráneo, quien besaba ahora al mar, era la luna. Se marchaba un anciano. Decía “adiós”, casi sin enterarse, un abuelo, y en el firmamento se extinguía un lucero.

Sus nietos quedaban huérfanos de alegría…Y si un abuelo se marchaba, otra persona llegaba. Puede que en un Hospital, en una casa acomodada, quizás en un avión, o, tal vez en una humilde cueva…el vientre de una joven con semblante de primavera temprana, se abría, cual el cáliz de la flor, dando a luz un “bebé”, bautizando por derecho propio a los padres de sus padres, por abuelos por segunda vez. Su hermano Jesús le ha bautizado por Mireia y es mi nieta.

Se dice, se narra, se cuenta, que el amor perfecto de un ser no viene hasta el primer nieto. Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpicar una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas. Para quienes tenemos el regalo de la dicha de ser abuelos, nuestros nietos nos resultan muy baratos, pues mientras nosotros les damos monedas, ellos nos responden con millones de dólares de placer.

En un momento somos padres, luego “sabios” para nuestros nietos y, casi de repente, “prehistoria”.

Y cuando la “nietecilla” echa sus simpáticos pasos titubeantes y llega de la manita de su hermano, de tan solo seis años y poco más, presumiendo éste de ser más mayor, y entra en casa de lo abuelos, la disciplina en silencio, resignada, acobardada, se marcha por la ventana con el rabo entre las piernas.

Un abuelo puede ser viejo por fuera, pero junto a sus nietos siempre será joven por dentro. Y cuando por las aceras del Pueblo pasea en medio de sus nietos, se siente la persona más importante y feliz del mundo. Y cuando, a la vera de la chimenea les explica la Lección, revive su vena poética y comienza a verter versos cual si de un cántaro de agua clara se tratara. Los nietos embobados, con tan solo mirarle aprenden. Y el abuelo “encanado” en las “crepúsculas” pupilas de sus nietos, siente el canto de las caracolas, toca el junco que acompaña al río en los árboles que conservan verdes aún sus copas, colma su sed en el agua de la fuente que resbala cantarina de la piedra, se abanica con la brisa del camino que hace bailar las espigas en el secano y ver el milagro en la alfombra floreada de los cerezos del Jerte.

El abuelo cree en la monotonía de las grandes alegrías. Atrae la sonrisa de sus nietos.

¡Enhorabuena y Bienvenidos ¡a los nuevos abuelos, a los abuelos ya experimentados y a los que en cualquier momento puedan serlo.

Amigo, compañero-abuelo, si tu nieto te ofrece un verso, es porque tú tienes la música.

Con sumo respeto y admiración, pongo voz al gran Poeta Árabe Ben Sahl, que felicitaba de esta manera por el Nacimiento de un niño:

“Es el rostro de la felicidad radiante, ¡bienvenido!,
y el brillo del poder que ilumina sin apagarse,
una rama, cuyas flores son la virtudes,
que crece en las alturas sublimes,
más allá de las altas colinas.

Dios conceda con él un león a las
florestas de la nobleza
y al cielo del poder una estrella.

Ante su aparición sonríen las lanzas,
los tronos, las cortes, los ejércitos y las espadas.

No lo llevéis en la cuna pues para
él las monturas más bajas son los
lomos de los caballos,
ni los alimentéis con leche
pues considera más fuerte la sangre de los héroes.

Las apariencias son para los hombres
y para Dios lo que está oculto”

Desde lejos trae el viento el eco de una voz angelical: ¡Abuelito!, ¿vamos a la feria?. El abuelo que echa una “cabezá” en la silla de esparto del porche, se despierta.

Madrid. Abril-2009.