mineros de Albuñán en la mina "Santa Constanza" de Jéres.
Fenicios, cartagineses, romanos y hispanomusulmanes ya explotaron la mina en la antiguedad.
En 1850 Humberto Meersmans (consul belga), las reutiliza dentro de la II Revolución industrial española, y funcionan hasta 1908. Para ello compra la compañía de minas Jérez-Lanteira, que las había explotado entre 1770-1808, y funda en 1865 la Fábrica de fundición "San Fulgencio". Su momento álgido de producción se dá en 1869.
La mina reabre en 1941 con el nombre de "Mina 10", aunque la producción no arranca hasta el año 1946 (antes se hicieron obras de limpieza y acondicionamiento). Cierra definitivamente en 1955, quedando en ruina y abandono, debido a la llegada de cobre chileno barato y a la preferencia de su dueño por la cría de caballos y ganado.
Su actual dueño es José Manuel Meersmans, el cual desea arreglarla para hacer visitas turísticas, junto a la de Alquife.
En los años 40 y 50 sólo se explota la vena de Santa Ana, y tras cerrarse, queda mucho rico cobre por sacar.
El cobre era manufacturado a Córdoba, donde fundido sirvió para acuñar las pesetas "rubias" de Franco.
La ventilación de los pozos se lograba con un gran tubo que venía de la presa de Jéres, donde un salto de agua removía aire. El tubo circulaba bajo 22 propiedades agrarias, hasta la mina.
Existía una fábrica de fundición, una planta de tratamiento del mineral, 3 pozos como "el de Josefina", un castillete, una capilla, 33 casas para los mineros y una tienda.
En su mejor momento 200 mineros trabajaban sus entrañas (26 albuñaneros entre ellos), y todos tenían chapas numeradas al cuello para reconocerles en caso de accidente.
Al terminar la jornada laboral eran registrados por si escondía pepitas de oro, que de vez en cuando aparecían entre el cobre nativo.
Junto a las minas situadas en el Pago de Alrután (loma de la Solana), han aparecido restos de construcciones romanas y visigodas, y Cistas funerarias argáricas. También cerámica nazarita y Almohade.
Fenicios, cartagineses, romanos y hispanomusulmanes ya explotaron la mina en la antiguedad.
En 1850 Humberto Meersmans (consul belga), las reutiliza dentro de la II Revolución industrial española, y funcionan hasta 1908. Para ello compra la compañía de minas Jérez-Lanteira, que las había explotado entre 1770-1808, y funda en 1865 la Fábrica de fundición "San Fulgencio". Su momento álgido de producción se dá en 1869.
La mina reabre en 1941 con el nombre de "Mina 10", aunque la producción no arranca hasta el año 1946 (antes se hicieron obras de limpieza y acondicionamiento). Cierra definitivamente en 1955, quedando en ruina y abandono, debido a la llegada de cobre chileno barato y a la preferencia de su dueño por la cría de caballos y ganado.
Su actual dueño es José Manuel Meersmans, el cual desea arreglarla para hacer visitas turísticas, junto a la de Alquife.
En los años 40 y 50 sólo se explota la vena de Santa Ana, y tras cerrarse, queda mucho rico cobre por sacar.
El cobre era manufacturado a Córdoba, donde fundido sirvió para acuñar las pesetas "rubias" de Franco.
La ventilación de los pozos se lograba con un gran tubo que venía de la presa de Jéres, donde un salto de agua removía aire. El tubo circulaba bajo 22 propiedades agrarias, hasta la mina.
Existía una fábrica de fundición, una planta de tratamiento del mineral, 3 pozos como "el de Josefina", un castillete, una capilla, 33 casas para los mineros y una tienda.
En su mejor momento 200 mineros trabajaban sus entrañas (26 albuñaneros entre ellos), y todos tenían chapas numeradas al cuello para reconocerles en caso de accidente.
Al terminar la jornada laboral eran registrados por si escondía pepitas de oro, que de vez en cuando aparecían entre el cobre nativo.
Junto a las minas situadas en el Pago de Alrután (loma de la Solana), han aparecido restos de construcciones romanas y visigodas, y Cistas funerarias argáricas. También cerámica nazarita y Almohade.
