EL ALCORNOCAL: IDILIO (A Rafaelito)...

Sres. Matías y Germán:
No me tengan a mal el no identificarme ni decir los nombres de mis antecesores (por respeto a su ausencia). Por supuesto que si digo nombres o apellidos les sonarán, pues, ya se sabe… quién no está emparentado poco o mucho en un lugar tan pequeño.
Al igual que yo he oído hablar de tanta gente y puedo relacionarla con un tiempo u otro, con alguna familia, con alguna calle… seguro que ustedes también. Más aún, habiendo residido en la aldea.

Aquí les dejo otros dos poemas del libro, tal cual vienen escritos:

IDILIO (A Rafaelito)

Por las altas cumbres / del oriente, cándida / sonríe la aurora / tras nubes de nácar;

y a su influjo dulce / los prados se esmaltan, / las nubes se borran / los cielos se aclaran.

Se entreabren las flores, / se agitan las auras, / y cantan las aves, / y ríen las aguas.

Las ovejas salen / a pacer, y mansas, / los pasos no pierden / de bellas zagalas,

que en la rueca llevan / el vellón de lana, / y a ratitos hilan, / y a ratitos cantan.

Mientras los corderos / retozan y balan, / y corren, y triscan, / y juegan y saltan.

Suavísima mueve / la brisa las ramas / del bosque, y las aves / se van a bandadas,

surcando los vientos / con plácidas alas. / - ¡Oh, cuánto es de bello / mirar la mañana,

su luz, sus celajes, / sus campos, sus galas, / sus flores y sus aves, / su ambiente y su calma.

Así una inocente / y hermosa zagala / decía, y risueña / después exclamaba:

- ¿Qué cosa pudiera / de gozo las almas / llenar, como suelen / los rayos del alba?-

¿Qué cosa?... Tú misma, / le dije, que, cándida, / la virtud inspiras / cuando ríes o hablas.

Lo escuchó, y sus ojos / entornando casta, / la mejilla al punto / coloreó de grana.

Sonaron entonces / sus lenguas arpadas / los mil pajarillos / del bosque en las ramas,

y le dieron todos/ los pájaros salvas, / aromas los campos / y risas las aguas.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Mientras los corderos / retozan y balan, / y corren, y triscan, / y juegan y saltan.
Qué cierto es que los corderos hacen esas cosas: mochas veces pude contemplar sus juegos. Su horario habitual de juego solía ser por las tardes, sobre todo si hacía fresquillo y sobre todo si la tripilla la tenían llena. El lugar idóneo solía ser los acirates despoblados de hierba y otros obstáculos en un tramo de unos 50 metros más o menos. El juego consistía en reunirse todos los corderos de la piara en ese lugar: ... (ver texto completo)


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