BORNOS: HISTORIA. Si existió Bornos en tiempo de los romanos,...

HISTORIA. Si existió Bornos en tiempo de los romanos, aunque se fije a una leg. de ella, en el desp. de Carija, la ant. Carissa, que era una de las c. principales de los turdetanos; atendiendo a la admirable pobl. que los ant. refieren haber tenido la Bética, no hay dificultad en suponer mencionada esta v. en Plinio, con el nombre Brana entre los pueblos estipendiarios del conv. jurídico de Cádiz, como ha supuesto alguno: no obstante que más probable se presenta fuese alguna de las dependencias de aquella importante c. Entre tanto parecen puramente morunas todas las antigüedades de Bornos, limitadas a su cast. y a las pequeñas y pendientes calles de su inmediación, de donde sin duda se ha ido extendiendo el pueblo y no es de asegurar otra procedencia más remota. En 24 de setiembre del año 1305 el rey D. Fernando IV hizo merced por privilegio rodado á D. Fernando Pérez Ponce, señor de Marchena, de la v. de Bornos con todo su térm. y jurisd. civil y criminal, mero y misto imperio para él y sus sucesores por juro de heredad. Esta v. y Carija fueron vendidas en 3 de abril de 1362, por D. Juan Ponce de León a Martin López de Córdoba, camarero y repostero mayor del rey D. Pedro de Castilla, por precio de 30,000 dineros de la moneda blanca. El rey D. Enrique la confiscó más tarde con todos los bienes del de Córdoba, e hizo merced de ella a la casa de Arcos y señores de Marchena, de quienes habia sido anteriormente. Después fué vendida por Doña Sancha de Baeza, señora de Marchena, siendo tutora y curadora de sus hijos por precio de 6,000 doblas, al adelantado Perafan de Rivera, primero de este nombre, quien murió en 1423, heredando esta v. su hijo Diego Gómez de Rivera, que murió en el cerco de Alora de un flechazo que recibió en la boca, año 1434. Sucedióle en la posesión de esta v. su hijo Perafan de Rivera, segundo de este nombre, a quien el rey D. Juan II hizo merced de la v. de Alcalá, y él la puso por cab. del vínculo fundado por su padre y abuelo: falleció en 1454 dejando 5 hijas, la mayor de las cuales casó con Don Pedro Enrique, hijo del almirante de Castilla D. Alonso; tuvieron á D. Francisco Enrique de Rivera; y por muerte de este acaecida en 1509, pasó este estado á D. Fadrique Enrique de Rivera, hermano de padre del D. Francisco, primer marqués de Tarifa. Este murió en 1539 y lo heredó su sobrino D. Perafan de Rivera, tercero de esto nombre y primer duque de Alcalá, cuyo estado entró en la casa de Medinaceli, que hoy lo posee.
En esta v. sorprendió el general Ballesteros, el 5 de noviembre de 1811, al general francés Sémele, haciéndolo 100 prisioneros, y cogiendo muchas mulas, bagajes y equipajes. En la misma pobl. atacó a los franceses el referido general el día 1.º de junio do 1812: envistieron valerosamente los primeros D. Juan de Lacruz Mourgeon y el príncipe de Anglona, con la vanguardia y tercera división: fueron al principio felicos; mas cruzando la izq. en donde mandaban D. José Aymerieh y el marqués de las Cuevas, cundió el desmayo en las demás tropas el cual creció por un movimiento rápido y general que hicieron los franceses sobre los españoles, y el avance de su caballería superior a la española, que al trole amagaba la retaguardia de estos. Consiguieron, no obstante las fuerzas de Ballesteros repasar el rio; aunque con trabajo algunos cuerpos y a costa de su sangre. Favoreció el repliegue D. Luis del Corral que mandaba los jinetes, quien se portó con tino y denodadamente: también sobresalió allí por su serenidad y brío D. Pedro Téllez Girón, príncipe de Anglona, deteniendo a los franceses en el paso del Guadalete, ayudado de algunas tropas y en especial del regimiento asturiano de Infiesto. Debe recordarse igualmente el esclarecido porte de D. Rafael Ceballos Escalera, quien mandando el batallón de granaderos del general, aunque herido de un muslo, siempre al frente de su cuerpo, menguado con bastantes pérdidas, avanzó de nuevo, recobró por sí mismo una pieza de artillería, sostúvola, y cuando vio cargaban muchos franceses sobre el reducido número de su gente, no queriendo perder el cañón cogido, asióse á una de las ruedas de la cureña y la defendió gallardamente hasta caer tendido de un balazo finito a su trofeo. Las cortes tributaron justos elogios a la memoria de Ceballos, y dispensaron premios a su afligida familia. No prosiguieron los franceses el alcance, siendo considerable su Pérdida; la de los españoles ascendió a 1500 hombres, muchos do ellos extraviados.
* Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz. Madrid, 1848.

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Restauración del retablo y el reloj de la iglesia de Masa.