Las bases de su economía fueron y lo son los cultivos de secano,
olivo y
almendra, los aprovechamientos forestales y la
agricultura irrigada de sus
huertas ubicadas en torno a los manantiales, acequias y cauces de las
ramblas. Abundantes testimonios relatan la feracidad de sus
campos y la importancia de su cabaña de ovino y caprino. Esta agricultura tradicional incluso en la actualidad será inviable si no contase con las ayudas comunitarias que hacen posible supervivencia en el espacio y en el tiempo. Madoz habla de sus
fábricas de telas de lino y de sus canteras de jaboncillo; períodos más recientes no entroncan con una actividad minera, cuyas
minas abandonadas son un claro testigo de otra época y de otros momentos de la
historia; los minerales de cobre, malaquita y azurita unen su historia con las industrias contemporáneas con las de la época prehistórica.
Su origen radica en sus manantiales de
agua, que aún hoy constituyen el atractivo más importante de este bonito y tranquilo
pueblo, distinguible desde lejos por el antiguo
reloj campanario que sobresale sobre el resto del pueblo.